jueves, 30 de julio de 2009

Un día en Santiago

Santiago de esquina a esquina, como un paisaje multicolor. Los heladeros, lo vendedores ambulantes, los enamorados desafiando al desamor, los niños jugando entre la muchedumbre y mamá preparando algo en la cocina. El obrero y sus manos partidas por la resequedad, por la pena, los inmigrnates corriendo de un lado a otro para arrendar su tiempo al descaro, al desprecio del patrón, los perros merodean por la calle, de vez en cuando me hago amigo de uno de ellos para acariciarlo y pensar en la vida, en lo humano. Tú no estás hoy aquí y es por eso que te extraño, tus caricias, tus besos, me encanta conversar contigo y arrancarme a cazar sueños que flotan en el aire. Los vagones del metro repletos de rostros sin vida, ¿quién nos arrebató la alegría?, la respuesta parece retumbar en mi cabeza como un soplido de un septiembre lejano, a la distancia. Salgo a la calle, hace frío y mis manos heladas tocan la bellleza que se dibuja en una conversación, en una palabra, en un gesto amable. Llego a la fábrica y el café logra revivir lo que va quedando de mi, trabajando todo el día, te extraño, me gustaría delvolverles la vida a mis compañeros, el látigo suena en la espalda y las noches se tornan heladas, aún así sigo manteninedo la esperanza intacta para un futuro que se volverá presente...



2 comentarios:

  1. Ay hombre parece que de verdad te hacía falta un blog, necesitabas esta catarsis literaria, me gusta leerte y a la vez tratar de decifrar los códigos que plasmas en cada ESCRITO. Te dejo un beso, suerte con el dibujo también, ya sabes, mis lápices mágicos están a tu disposición, te LeoVeo

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  2. Te amo, amo cómo escribes, amo cómo miras, cómo besas, cómo ries... A pesar de todo nunca olvides tus sueños, siempre estaré ahí para apoyarte, a pesar de que el mundo se esté cayendo a pedazos...

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